El matiz

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Estoy leyendo la novela Todos tienen razón de Paolo Sorrentino, el director de la que para mí hoy en día es el sumun como película: La Grande Bellezza. Comienza con un prefacio del maestro Mimmo Repetto, personaje que debe ser ficticio, (escrito al amanecer del día en que cumplió cien años). La primera frase es la siguiente:

Todo lo que no soporto tiene un nombre.

Siguen seis páginas de enumeración de cosas, gentes y costumbres insoportables para Repetto. Yo no tengo cien años, aunque con veinte años menos del glorioso personaje principal de La Grande Bellezza, Jep Gambardella he llegado a la misma conclusión:

La più potente scoperta fatta
doppo aver compiuto 65 anni
è che non posso perderé tempo
a fare cose che non voglio fare.

Mi vida es una rutina en busca de información. Por la mañana escucho un programa de radio que conduce un buen periodista. Pero como su supuesto buen hacer estará en base a la dictadura del EGM hace lo que todos, pontifica y después intenta moderar una tertulia que no es más que una suerte de correveidiles intentando articular el argumentario del partido político al que es afín el medio para el que trabajan. Información ninguna. Todos son mensajes interesados, supuestas filtraciones con el afán de globos sonda  representadas en una función perversa. Tertulianos anunciando el apocalipsis por el crecimiento de una nueva formación política con la desvergüenza de haber sido nombrados en cargos públicos por partidos rivales. Lo único mínimamente salvable es cuando el conductor entrevista a un político es su firmeza en hacer preguntas que no son cómodas para éste. Menos da una piedad.

La otra parte es leer artículos de periodistas que están para un roto y un descosido. Uno de ellos me gusta mucho, cuando habla de temas culturales. En cuanto entra en temas deportivos o de otra índole se pierde en divagaciones o, peor todavía, en una suerte de acusador de una moralidad inquisitoria impuesta en nuestra sociedad. La transgresión es muy cómoda desde el abrigo de la tradición; por lo tanto tal transgresión no existe, es pura impostura.

He recorrido el dial de derecha a izquierda y viceversa. Los botones del mando a distancia los tengo desgastados. Me conozco todas las cabeceras más importantes de este país. He sido bastante ecuménico.

Así que he llegado a la determinación más coherente, más inteligente y más sana para mi mente, y siendo cursi para mi espíritu: elimino cualquier posibilidad de contaminación. Fuera programas de desinformación, fuera artículos buscados porque están escritos por tal o cual, exceptuando a Enric González que tiene razón hasta cuando no la tiene, nunca la busca, algo que deberían aprender muchos.

Cualquiera puede pensar que no es inteligente no escuchar, ver u oír lo que no te gusta, al contrario, llevo haciéndolo desde hace treinta años, pero a estas alturas, y perdón por la palabra, estoy harto de que me tomen por gilipollas, y sobre todo, estoy harto de hacer el gilipollas.

El prefacio de Mimmo Repetto termina de la siguiente manera:

No soporto a nada ni a nadie.
Ni siquiera a mí mismo. Sobre todo a mí mismo.
Sólo soporto una cosa.
El matiz

El matiz ha desaparecido o está en grave peligro de extinción. Todo lo que queda es estentóreo o fútil.

P.D: Hay una cosa que sí soporto, es más, me encanta, bloquear cuentas en twitter. Al ritmo que llevo en un par de semanas será mayor que el número que sigo.


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1 comentario:

  1. Qué difícil es la vida cuando uno siente necesidad de rigor y honestidad...

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